domingo, 7 de agosto de 2011

Revolución, sí. Revolución.








La palabra revolución sin acción se convierte en una palabra vacía. Cuando esta palabra está en nuestra boca nos sentimos grandes, defensores de algo, damos aires de cambio, nos sentimos activistas al mencionarlas. Sin embargo, continúa siendo una palabra vacía porque está sola, está huérfana de acciones. 

Cuando las palabras no van acompañadas de acción sólo se convierten en humo. Hablamos de revolución y cambio pero no somos capaces de cambiar nosotros mismos. Queremos revolución pero nuestra habitación la tenemos desordenada. Queremos revolución pero tenemos a nuestras parejas infelices. Queremos revolución pero no somos capaces de cambiar a nuestro mundo más cercano para hacerlo más confortable.

Nos sentimos indignados sobre algo que no tenemos poder de cambio y dónde nuestra palabra es una caricia en una muralla. Sin embargo, no nos indignamos por el trabajo mediocre que hacemos, no nos indignamos por tener nuestra habitación un desastre, no nos indignamos por no ver feliz a nuestras parejas. ¿Qué pasa?. ¿Sobre lo más cercano a nosotros no queremos cambios?. 

¿Queréis revolución?. Hacedla primero dentro de vuestras vidas. Esa es la verdadera revolución. Tomemos parte activa de nuestras vidas y actuemos, no sólo hablemos de palabras vacías, como la revolución. 

Bien, al menos comencemos arreglando nuestras habitaciones.


"Queréis revolución. Hacedla primero dentro de vuestras almas. El amor a la humanidad, el amor a la Patria, el saber luchar, el saber hacer sacrificios, sin amilanarse, eso es la revolución : amor al progreso y a la justicia, de todos los días, venciendo todos los obstáculos y todos los trabajos." José Mº Velasco Ibarra